AGRADECIMIENTOS
Antes de empezar con la crónica, quiero agradecer especialmente a mi amigo
Iñaki Vredaman el fin de semana tan estupendo que he pasado en su compañía y todos los consejos que me dio a cerca del recorrido de este maratón, donde él el año pasado hizo un marcón con 2h56’43”.
También quiero agradecer a
Joan Josep,
Quique,
Carles Aguilar y
Jordi la cordialidad mostrada y los momentos compartidos antes y después del maratón y felicitarles por la gran carrera que han hecho (todos marca personal). Ha sido un placer conoceros en persona.
Quiero dar también las gracias a
Vicente Blanco y Palacios, que fueron un pulmón para mí en los últimos kilómetros de la carrera.
Y por supuesto, no me olvido de David, el Míster, que una vez más me ha hecho sacar lo mejor que tengo como atleta.
A todos los que de una forma u otra me habéis apoyado en esta aventura, gracias también.
LA TÁCTICA
“Carlitos, si tienes un día bueno puedes estar sobre 2h55, pero que no se te olvide que el objetivo es bajar de tres horas, y para eso tienes que sufrir mucho”.
“No te creas que va a ser fácil, aunque lo tienes en las piernas después hay que ir al maratón y hacerlo”.
“Es importante que al principio no se te vaya la cabeza, tienes que hacer los primeros kilómetros tranquilo para no acumular mucha fatiga en las piernas, que ya tendrás tiempo de correr”.
Eso fue lo que me grabó David en la cabeza, las cosas en las que había que hacer hincapié para preparar la carrera. También decidimos que en este maratón tenía que arriesgar un poco más que en Madrid, así que al final el planteamiento fue que había que intentar pasar la media entre 1h27 y 1h28 y en los últimos 10 ó 12 kilómetros, en función de las fuerzas, decidir si podía ir a por las 2h55. Eso sí, con un matiz importantísimo, correr los 5 primeros kilómetros despacito para ir cogiendo sensaciones y no pasar bajo ningún concepto más rápido de 21’15”. Iñaki estuvo de acuerdo en todo momento con esa forma de afrontar la carrera y decidimos ir a dúo a por el objetivo.
LA PREVIA
El sábado casi a las siete de la tarde llegamos en coche a San Sebastián mi amigo Iñaki y yo. Recogida de dorsales en Anoeta, cena con compañeros y amigos de Iñaki y a Zarauz a dormir.
El domingo madrugón, desayuno y tempranito para San Sebastián. Mañana fresca y con un poco de viento, además de algo de humedad provocada por la lluvia, que aunque ausente ya a las siete de la mañana, hizo acto de presencia durante gran parte de la noche. Tenemos suerte con el aparcamiento y dejamos el coche a 300 metros del estadio. Más tarde tuve el placer de saludar en persona a varios de los amigos que se pasan a leer estas líneas de vez en cuando. Quique, Carles y Joan Josep, con los que había quedado para unas fotos, así como a Vicente Blanco (que volverá a aparecer en la crónica) con el que compartimos Iñaki y yo un café a las siete y media de la madrugada. También hicimos unas fotos con los amigos del foro de elatleta.com, conocí a Jordi y recibí los ánimos de Fran Izquierdo, quien desde Barcelona habló por teléfono con Joan Josep en mi presencia. Fotos y más fotos.
Son casi las ocho y media, es hora de que cada uno empiece a hacer su guerra. Nos deseamos suerte y vernos en meta con los objetivos cumplidos. Iñaki y yo nos vamos al coche a cambiarnos y dejar las mochilas. Una vez hecho esto, cierre centralizado, llave al bolsillo interior, y comienza la crónica.
MARATÓN SAN SEBASTIÁN - LA CRÓNICA
Este, mi quinto maratón, es sin duda el maratón en el que más estados de ánimo y sensaciones distintas he experimentado. Voy a tratar de reflejar todo eso en esta crónica lo mejor posible. Pido disculpas por tanto, como siempre, por el ladrillo que intuyo que voy a volver a escribir. Ahí va:
La salida:
TRANQUILIDAD
A las nueve menos diez llego con Iñaki a la salida trotando y seguimos calentando unos minutos por allí. Hay mucha gente y se hace un poco incómodo, pero conseguimos darle un poco de calor al cuerpo y preparar las piernas para el tute que les espera. Estoy tranquilo, confiado, más que ninguna otra vez. Tengo los nervios justos, los necesarios, pero ni uno más. La relajación no me impide colocarme junto a Iñaki cerca de los primeros. Allí mismo nos damos la mano y nos conjuramos para el reto. Tres, dos, uno... se da la salida.
Salida - Km. 5:
CONTENCIÓN
Comienza la aventura. Ritmo alegre y fluidez en los primeros metros pero sin olvidar que es importantísimo no salir embalado. Es difícil pues controlar la adrenalina y la emoción en la salida de un maratón nunca es tarea sencilla. Pero el primer objetivo es pasar el kilómetro 5 no más rápido de 21’15”. Vistazo al reloj en el cartel del Km. 1: 4’20”.
“Bien, estamos controlando”. Seguimos callejeando por San Sebastián varios kilómetros tanteando sensaciones, pero nos contenemos de correr rápido. Miramos el crono en casi todos los pasos kilométricos. Tras el cartel del Km. 4 se divisa ya el Estadio de Anoeta, aunque hasta entrar nos queda un poco más de un kilómetro. En el camino dejamos atrás también el cartel del Km. 5 con un tiempo de 21’20” cumpliendo con lo que nos habíamos marcado. Curva a la izquierda y al momento giramos a la derecha para atravesar por primera vez Anoeta.
“Magestuoso”, pienso.
Km. 5 - Km. 12:
INCOMODIDAD
Al paso por Anoeta vemos las bicis con las liebres están esperando. La bici de las tres horas se incorpora al grupo unos 10 metros por detrás de nuestra posición y antes de llegar al kilómetro 6 ya somos presos del gran pelotón. Las calles se empiezan a estrechar y empieza a ser complicado correr sin caerse. Conos, bordillos, caídas, empujones, corredores cruzándose para coger agua sin mirar atrás... Me concentro en buscar con mi mirada el suelo unos tres metros delante de mí entre las piernas que me preceden para evitar un accidente. Evito pisar los conos y tropezar con bordillos pero en dos ocasiones me golpean conos pisados por otros corredores. Frenazos, reproches...
“Esto es una mierda”, pienso. Pero no hay solución sencilla, el grupo es inmenso y ponerme a cola es impensable. La cabeza está a unos cinco o seis metros por delante, pero no hay espacio para progresar y además el viento casca fuerte cuando viene de cara. No veo ni un paso kilométrico, aunque poco antes del Kursal, volviendo de la zona más al Este de la carrera, Iñaki me dice que hemos pasado el 10 en 42 y pico. Justo esa zona es un poco más cómoda, aunque enseguida vuelven las curvas, las estrecheces y los problemas de espacio. Estos kilómetros estaban pensados en la táctica para ir poco a poco cogiendo ritmo y sensaciones, pero se están convirtiendo en un infierno y en una jodida carrera de obstáculos. Se me pasa también el cartel del Km. 11, e inmersos en esa dinámica salimos a la Concha.
Km. 12 - Km. 16:
OSADÍA
Miro el crono, supongo que ya hemos pasado el Km. 12 y se me ha vuelto a pasar el cartel. Miro al frente y veo el túnel. Iñaki va a mi lado, pide paso y se abre a la izquierda. Yo le imito y tras cambiar unas palabras decidimos que al entrar al túnel vamos a ponernos en cabeza del grupo e intentar escaparnos. Es demasiado incómodo seguir en la misma dinámica. Llegamos al túnel y nos ponemos delante del pelotón. Se nos unen Leo (compañero de equipo de Iñaki) y un cuarto corredor. La bici de las tres horas hace el amago de seguirnos, pero cesa tras comunicarle Iñaki nuestra intención de abrir hueco. Cogemos unos metros rápidamente a pesar de que en esa zona el viento de cara es bastante molesto. El grupo que nos precede está aún un poco lejos, así que decidimos tomarnos con calma la caza. Leo va un poco desbocado pero conseguimos contenerle. Al paso por el Km. 13 por fin veo el cartel. 33’29” del 5 al 13, a 4’11” ese parcial. A pesar del aire y de que vamos un grupo pequeño esa zona la hacemos bastante rápido. Hemos cogido algo de distancia sobre el grupo de las tres horas y por lo menos la amenaza de correr incómodo se ha disipado. Pasamos el Km. 14 y no miro al crono. A pesar de eso sé que vamos rápido y estamos a punto ya de alcanzar al grupo que nos precede. Medio kilómetro más adelante, justo antes de girar a la derecha hacia la zona más fea y alejada del recorrido les damos caza. Esta parte del recorrido además de fea en la ida pica un poco para arriba. Pasamos el Km. 15. 8’10” del 13 al 15 para un total de 1h03’01”. Hemos corrido mucho para enlazar, así que decido mantenerme a cola, si bien es Iñaki el que ahora va desbocado y se ha puesto casi sin darse cuenta en cabeza a marcar el ritmo. Llegamos a la redonda que nos hace girar 180º para volver dirección Anoeta y empiezo a tener dificultades para aguantar el ritmo que llevamos. Justo después pasamos por el Km. 16.
Km. 16 - Km. 24:
CRISIS
Iñaki va muy fuerte y no sólo se ha puesto a tirar si no que está tensando el ritmo y el grupo empieza a romperse. Intento aguantar como puedo la estela pero noto como poco a poco voy perdiendo posiciones en el grupo. Además empiezo a sentir frío y a pensar que tal vez debería haberme puesto algo debajo de mi camiseta de tirantes. Los músculos de las piernas van algo agarrotados. Me mosquea el hecho de pensar que a ese ritmo, a estas alturas de carrera, debería de ir mucho más cómodo, así que intento mantenerme a cola del grupo. Pero se hace duro y las dificultades empiezan a ganar peso en mi cabeza. Pasamos el Km. 17, estoy a punto de perder contacto. Unos cuantos metros más, y tras un giro a la izquierda de 90º volvemos al punto donde dimos alcance al grupo, pero esta vez en sentido contrario al otro lado de la mediana. Y es ahí donde me quedo definitivamente. Miro para atrás y veo un goteo de grupos y corredores, que pronto empiezan a alcanzarme y sobrepasarme sin piedad. Cometo el error de hacer un pensamiento global:
“Si acabo de pasar por el 17, me quedan aún 25 kilómetros para meta”. Se me hace una eternidad, voy ya cascado y no he llegado ni a la media. De todos modos la temporada ha sido buena y no pasa nada si no bajo de tres horas. Decido buscar mi ritmo, relajar un poco la mente y dedicarme
simplemente a correr, a intentar reencontrarme con alguna buena sensación. Cada vez el grupo del que tira Iñaki está más lejos, y además me siguen pasando grupitos y corredores sueltos. Paso el Km. 18 y el Km. 19 antes de atravesar por segunda vez el túnel, esta vez de vuelta al centro pero no miro el reloj. En esta zona hay más público y animan de lo lindo. Eso siempre ayuda, pero mis piernas hoy no me transmiten cosas buenas, y son ellas y no el público las que corren. Al poco veo a mi madre entre el gentío. Se ha pegado una paliza de viaje desde Inglaterra sólo para ver la carrera, pero le hago un gesto con el dedo pulgar hacia abajo para indicarle que voy mal, que hoy no es el día. Giro a la derecha y entramos al callejeo por el centro de la ciudad. En esa zona me da alcance el corredor que se nos unió a Leo, a Iñaki y a mí al salir del grupo de las tres horas. Intercambio unas palabras con él y después me deja también atrás. Al momento paso por la media, en solitario, en 1h28’35”. Quería pasar por debajo de 1h28 pero no es el día. Miro para atrás y veo que siguen acercándose corredores. Miro al frente y veo que la distancia con el grupo de Iñaki es ya insalvable. Paso por el Km. 22. 3’47” desde el paso por la media. Un poco más tarde paso por delante de mi coche al que miro y saludo como si estuviera allí para animarme. Ya veo Anoeta, aunque aún falta un kilómetro y medio para entrar de nuevo al estadio. Curva a la derecha y empiezo el gran rodeo que hay que dar antes de atravesar el campo de la Real. De camino me dejo el Km. 23. Entro a Anoeta, cuyas gradas están aún vacías, y me da caza un grupo relativamente grande al que llevaba viendo ya un rato a mis espaldas. Esto me alivia, pues este grupo no va mucho más rápido que yo y al ser un grupo de muchas unidades me permitirá resguardarme unos kilómetros mientras me adelantan. Salimos de Anoeta y el público nos grita y anima. Eso, y que ya sólo queda una vuelta, me ayuda mentalmente. Giro a la izquierda y cartel del Km. 24.
Km. 24 - Km. 30:
PACIENCIA
He completado la vuelta pequeña y la primera vuelta grande, voy en un grupo de buen tamaño y sigo manteniendo un ritmo más o menos bueno. El frío sigue atacándome de vez en cuando y las piernas van algo agarrotadas, pero los kilómetros van pasando y eso juega a mi favor. Esta vez aguanto en el grupo, incluso cuando parece que empieza a quebrarse hay otros componentes que ceden antes que yo. Enseguida llega el Km. 25 con un parcial de 12’35” del 22 al 25 (a 4’12”). Otro kilómetro a la buchaca que significa que queda uno menos para meta. Las sensaciones siguen siendo malas pero voy recuperando parte de la confianza. Pero aún queda mucho y nunca he ido tan mal a estas alturas de un maratón. Hay que ser paciente y seguir
simplemente corriendo. El grupo se va deshaciendo y me quedo en grupo de cinco del que tres de los corredores son del mismo equipo. Pasamos el Km. 26. Justo antes del 27 uno de los componentes del grupo se cruza para coger agua que le ofrece un amigo que va en bici y provoca que otro corredor se tropiece y caiga al suelo. Me siento afortunado de haber podido esquivar la caída. Km. 27: 8’26” el parcial de los 2 últimos. Soy paciente y obtengo resultados. Quedan dos menos y más o menos mantengo el ritmo. Cruzamos el puente que nos lleva al Kursal y encaramos esa larga recta. El ritmo aumenta ligeramente pero lo llevo más o menos bien. Al llegar al fondo damos la vuelta para volver y pasamos por el Km. 28: 4’09”. Y queda uno menos. Volviendo el mismo corredor de antes se vuelve a cruzar y está a punto de hacerme tropezar.
“No te cruces joder”, le digo. Levanta la mano como disculpándose y seguimos corriendo. Cartel del 29 y parcial de 4’09” otra vez. Siguen pasando los kilómetros y aunque las sensaciones no son buenas todavía consigo ir rápido. Se me empiezan a ir ligeramente mis compañeros de grupo y me vuelvo a quedar un poco solo. De repente, y sin esperarlo, adelanto a Iñaki.
“Vamos Iñaki”. Pero me dice que va mal, que se ha colado, que las piernas no van. Yo le digo que tampoco voy bien, que ya veremos cómo acabo. Le dejo atrás. Entro en la Concha y el aire da de cara. Además voy solo de nuevo y el panorama pinta regular. Pero paso por el Km. 30 de nuevo marcando 4’09” en el último parcial y un acumulado de 2h05’54”. Un kilómetro menos para llegar.
Km. 30 - Km. 37:
RECUPERACIÓN
Estoy a punto de atravesar por penúltima vez el túnel y noto que me tocan la espalda. Es Vicente Blanco, con quien charlamos Iñaki y yo a las siete y poco de la mañana tomando un café. Me pregunta que cómo voy y le digo que mal.
“Tenemos margen para hacer lo que queda a 4’30””, me contesta. Me dice que siga unos kilómetros con ellos. Con él y con Palacios, que le está haciendo de liebre en la segunda media. La verdad es que voy mal pero en la zona que viene ahora el viento azota fuerte de cara, así que decido seguirles. Viene también con nosotros un corredor de Coslada y tras pasar el túnel hacemos grupo de cuatro. Palacios y Blanco tiran, yo no puedo dar relevos y además me insisten en que permanezca detrás y me resguarde del viento. Recuperamos un poco hasta el Km. 31 y entonces, tras la estela de Palacios, nos damos un pequeño calentón para alcanzar al grupo que nos precede. Pasamos el Km. 32 antes de darles caza y al llegar a ellos recuperamos un poco. Curva a la derecha y entramos en la zona fea de la carrera. Palacios y Blanco progresan en el grupo y parece que ya buscan el siguiente grupo. Tengo la impresión de que en ocasiones me buscan con la mirada y eso me motiva para irme con ellos. Pasamos el Km. 33. 12’34” desde el 30, a 4’11”. Y ya sólo quedan 9. Esta zona se hace un poco dura mentalmente porque no hay público y porque ya las fuerzas escasean. Además pica ligerísimamente para arriba, y eso con 33 kilómetros en las piernas siempre hace daño. Por eso me centro en no perder contacto con mis dos aliados. Eso me lleva al Km. 34 justo antes de dar el giro a la rotonda y empezar el camino de vuelta. A partir de ahora iremos acercándonos al centro de San Sebastián primero, y a Anoeta después. Ayuda el hecho de que ahora vamos en ligerísima bajada. Pasamos el Km. 35. 8’17” en los dos últimos. Es increíble que aún pueda ir así de rápido. Voy recuperando confianza aunque mis sensaciones siguen siendo malas. Pero ojo, que aún quedan 7 kilómetros y se pueden hacer muy largos. Además el frío me molesta mucho y las piernas siguen cargadas y con sensación de agarrotamiento. Giramos a la izquierda y volvemos a la avenida dividida por la mediana. El aire es favorable ahora y además llevo una escolta de lujo.
“Me estáis salvando la vida”, les digo.
“Son tus piernas las que están corriendo”, contesta Palacios.
“Lo que siento es no poder dar ningún relevo”, concluyo. Y el Km. 36 que también lo dejamos atrás. Palacios tira de nosotros, Blanco trata de retenerlo en ocasiones y yo sufro como un perro para no perder comba, pero cada vez me quedan menos fuerzas. No veo el final de la avenida. Sé que al terminar haremos una rotonda, una cuesta y entraremos en el túnel, pero cuando busco ese punto en el horizonte aún no lo encuentro. Intento pensar en otra cosa y
simplemente correr, que hasta ahora ha funcionado. Cada vez me cuesta más, aunque llegamos al Km. 37 y el crono me dice que hemos hecho en 8’26” los dos últimos.
Km. 37 - Km. 41:
AGONÍA
2h35’13” para los 37 primeros kilómetros. Me quedan casi 25 minutos para poco más de 5 kilómetros. Si lo hago bajo de tres horas. Por primera vez desde el Km. 15 tengo la sensación de que es posible lograrlo. Ahora sí pasamos la rotonda y subimos la cuesta para entrar en el túnel. En la zona del túnel Palacios y Blanco se me escapan y me dan alcance un par de corredores que vienen por detrás. Ahora el viento es favorable y también ligera bajada, así que trato de mantener el ritmo con algo menos de esfuerzo para coger fuelle. Empiezo a tener dificultades para pensar, llevo las manos heladas y las piernas siguen paso a paso con la fase de agarrotamiento. Mi mente tira de mí, mantiene mi pensamiento a cero. Actúa como filtro para que sólo pueda escuchar el griterío, los ánimos, los
“aupa” y eso me empuje hacia el Estadio de Anoeta, que cada vez está más cerca. Pero mantiene el pensamiento a cero. Las piernas no quieren correr más, la fatiga y el frío me están torturando. Pasa el Km. 38 y vuelvo a empalmar con Blanco y Palacios. Eso me refuerza moralmente, pero está siendo un final agónico. Me traiciona el deseo de aflojar el ritmo y me recuerda que bajar de tres horas está casi hecho, que puedo empezar a regular el margen. No escucho al deseo y trato de concentrarme
simplemente en correr,
simplemente en correr,
simplemente en correr. Esa determinación es la que me ha llevado hasta aquí con posibilidades de lograrlo. Pasamos el Km. 39 y al poco pasamos también por lo que en la primera vuelta fue la media maratón. Palacios, que sigue cuidando de todos, nos avisa que tengamos cuidado con el bordillo. Intento aumentar el ritmo al llegar a su altura pero no puedo. Joder Carlos,
simplemente corre. Es una avenida en ligera curva a la izquierda. Anoeta debe de estar cerca pero aún no lo veo. Palacios y Blanco se me escapan de nuevo, ya no puedo seguirlos. Pero esta guerra es mía y la última batalla la tengo que ganar solo. Miro el reloj y por el tiempo que pone supongo que se me ha pasado el cartel del Km. 40. Diviso Anoeta, que ahora sí que representa el final del viaje. Escucho los ánimos del público, volcado desde la salida con todos nosotros y vuelvo pasar al lado de mi coche. Sigo mi camino y a los pocos metros giro a la derecha para empezar a rodear el estadio. El cartel del Km. 41 se encuentra ahí. El crono dice 17’08” del 37 al 41, a 4’17”.
Km. 41 - Entrada Anoeta:
INCONFORMISMO
2h52’21”. Me quedan 1195 metros. Lo voy a conseguir. Ahora sí estoy seguro. Voy a romper la barrera de las tres horas en San Sebastián, y además con margen. Intento alargar la zancada para hacer la mejor marca posible, para terminar con la sensación de que he llegado con fuerzas al final. Aumento poco a poco el ritmo y... Zas!! el isquio derecho se pone serio y me dice que me relaje con un amago de tirón. Sería una pena que a falta de menos de un kilómetro tuviera que pararme por un calambre, así que vuelvo al ritmo que llevaba y me dedico
simplemente a correr, que es lo que mejor me ha ido. Pasan los metros y Anoeta cada vez está más cerca. Puedo ver la entrada al estadio y siento cómo me acerco mediante una interminable abierta y larga curva de izquierdas. Se termina la curva, unos metros de recta, giro a la derecha... y ahí está.
La vuelta al Estadio:
EMOCIÓN
Ligera rampa, y la alfombra roja en forma de tartán nos da la bienvenida al paraíso. Miro ligeramente a la izquierda y veo el arco, los globos, la grada de Anoeta, que si bien reserva sus llenos para la Real Sociedad, reserva su tribuna de meta para que todos aquellos que quieren dar el último empujón a los seres queridos que nos enfrentamos a un maratón la tiñan de emoción. Termino la curva y ya con la vista al frente encaro la contrarrecta. Me vienen entonces a la cabeza los 22” que me faltaron en el Mapoma, el interminable final en el Maratón de París para hacer 3h06’, las horas entrenando, las series, los rodajes, los apoyos recibidos, los gritos de ánimo... pero sobretodo me vienen a la cabeza los 26 últimos kilómetros de este jodido maratón en los que nunca me he encontrado bien, en los que me ha dolido todo, en los que he pasado frío, en los que no he encontrado el ritmo, en los que he sufrido lo que sólo yo sé, en los que -
simplemente corriendo- he ido labrando kilómetro a kilómetro una gesta que llevaba tiempo deseando. Me emociono, se me empañan los ojos, resoplo de sentimiento y satisfacción, termino la contrarrecta, encaro la curva, que además es la última que voy a dar hoy corriendo, la siento, la disfruto, la paladeo, me doy cuenta de que estoy muy contento, ha sido durísimo y eso le da más valor aún si cabe, llega el final de la curva, entro en la recta de meta, veo el crono, 2h57 y unos segundos, apuro el esfuerzo, deseo que esa recta nunca se acabe, pero se acaba, levanto los brazos, sonrío y casi tres horas después, cruzo la meta.