Este Retrospecto tiene dedicación especial para Lorenzo, cuyo propósito y reto podéis conocer visitando su blog nycmarathonyalgomas.blogspot.com. Él hará su debut como maratoniano, al igual que hice yo en 2006, en la Maratón de Nueva York. Mucha suerte.
El Puente de Verrazano
Aún recuerdo con nitidez como nada más sonar el pistoletazo empezamos a subir aquel magestuoso puente. Es la subida más larga y con más pendiente de toda la carrera, pero el descanso y la adrenalina del momento hace que apenas notes que estás subiendo. Yo estaba ansioso por comer kilómetros y desde el primer momento empecé a adelantar gente por donde podía. Era muy complicado, pues éramos muchos y los ritmos eran ya desde el principio diferentes. Había corredores que se paraba a hacer fotos desde la mediana del puente y la sonrisa dominaba los rostros de casi todos los corredores que afrontábamos el reto aquel día. En algún punto del puente me dio la sensación de que hacía algo de calor y que iba a seguir subiendo la temperatura durante la carrera, así que decidí tirar mis guantes. He de decir que luego los eché de menos. Fueron dos millas en aquel puente, el famoso, el que sale cada primer domingo de noviembre en los telediarios de todo el mundo para decirnos que se está celebrando una nueva edición de la Maratón de Nueva York.
Brooklyn
Brooklyn es un clamor, lleno de gente, niños que se colocan a los lados de la calle para darte pañuelos, agua, comida, aliento y fuerza. Es un espectáculo. Mi carrera, no obstante, la marcó el paso por el cartel de la milla 3. Yo iba con un grupo que iba a llegar en 3h30 con una de esas liebres que pone la organización. Al pasar por el cartel de la tercera milla este experimentado (se notaba) maratoniano que hacía de liebre nos dijo "25 minutes guys, a little bit faster" (25 minutos chicos, un poco más deprisa). Tres millas son 4800 metros. Para hacer una maratón en 3h30 hay que ir exactamente a 5 minutos el kilómetro, por lo tanto llevábamos algo de retraso. De hecho el kilómetro 5 lo pasamos en 25:46. Yo quería correr en menos de 4 horas, pero ese día me encontraba muy fuerte y decidí jugármela desde lejos. Cambié un poco el ritmo y me empecé a alejar poco a poco de ese grupo de 3h30. Mis tiempos de paso fueron 49:16 por el km 10, 1:12:43 por el km 15, 1:36:07 por el km 20 y 1:41:04 en el paso del medio maratón. Es decir, estaba corriendo aproximadamente en 23:30 cada 5 km, y además las sensaciones al llegar el medio maratón eran buenas. Pensé que si no me desfondaba podía acabar en menos de 3 horas y media, muy por debajo de mi objetivo, y pensé incluso que podía ir un poco más rápido, pero esta vez no me la quise jugar y mantuve el ritmo. El medio maratón se encuentra en medio del puente que une Brooklyn y Queens, y por tanto es la media maratón la que nos da paso a Queens, el tercer barrio de los cinco por los que se pasa tras Staten Island (en la salida) y Brooklyn.
Queens
Queens se pasa rápido, pues son apenas 4 km los que se hacen por él. Hay menos público que Brooklyn, pero el que hay no desmerece ni disminuye la sensación de ser el gran protanista de un gran evento, pues los ánimos no cesan en ningún momento. De todas formas el cansancio empieza a ser algo más evidente, pues los 21 km que lo preceden dejan huella en las piernas. De hecho, y a pesar de pasar por el km 25 en 1:59:43 (23:36 del 20 al 25) mis zancadas ya no tenían tanta alegría como al principio. Además la amenaza del Puente de Queensboro que une Queens y Manhattan mete miedo en el cuerpo cuando sabes que se acerca el que es el momento más duro de toda la carrera para casi todos los corredores. Está justo en el km 25, y son unos dos kilómetros en los que la soledad, la dureza de la carrera y la sensación de claustrofobia hacen que parezcan muchos más... Pero eso va a tener que esperar, pues bien merece empezar el último capítulo con esa maldita parte del recorrido.
... Continuará ...
El Puente de Verrazano
Aún recuerdo con nitidez como nada más sonar el pistoletazo empezamos a subir aquel magestuoso puente. Es la subida más larga y con más pendiente de toda la carrera, pero el descanso y la adrenalina del momento hace que apenas notes que estás subiendo. Yo estaba ansioso por comer kilómetros y desde el primer momento empecé a adelantar gente por donde podía. Era muy complicado, pues éramos muchos y los ritmos eran ya desde el principio diferentes. Había corredores que se paraba a hacer fotos desde la mediana del puente y la sonrisa dominaba los rostros de casi todos los corredores que afrontábamos el reto aquel día. En algún punto del puente me dio la sensación de que hacía algo de calor y que iba a seguir subiendo la temperatura durante la carrera, así que decidí tirar mis guantes. He de decir que luego los eché de menos. Fueron dos millas en aquel puente, el famoso, el que sale cada primer domingo de noviembre en los telediarios de todo el mundo para decirnos que se está celebrando una nueva edición de la Maratón de Nueva York.
Brooklyn
Brooklyn es un clamor, lleno de gente, niños que se colocan a los lados de la calle para darte pañuelos, agua, comida, aliento y fuerza. Es un espectáculo. Mi carrera, no obstante, la marcó el paso por el cartel de la milla 3. Yo iba con un grupo que iba a llegar en 3h30 con una de esas liebres que pone la organización. Al pasar por el cartel de la tercera milla este experimentado (se notaba) maratoniano que hacía de liebre nos dijo "25 minutes guys, a little bit faster" (25 minutos chicos, un poco más deprisa). Tres millas son 4800 metros. Para hacer una maratón en 3h30 hay que ir exactamente a 5 minutos el kilómetro, por lo tanto llevábamos algo de retraso. De hecho el kilómetro 5 lo pasamos en 25:46. Yo quería correr en menos de 4 horas, pero ese día me encontraba muy fuerte y decidí jugármela desde lejos. Cambié un poco el ritmo y me empecé a alejar poco a poco de ese grupo de 3h30. Mis tiempos de paso fueron 49:16 por el km 10, 1:12:43 por el km 15, 1:36:07 por el km 20 y 1:41:04 en el paso del medio maratón. Es decir, estaba corriendo aproximadamente en 23:30 cada 5 km, y además las sensaciones al llegar el medio maratón eran buenas. Pensé que si no me desfondaba podía acabar en menos de 3 horas y media, muy por debajo de mi objetivo, y pensé incluso que podía ir un poco más rápido, pero esta vez no me la quise jugar y mantuve el ritmo. El medio maratón se encuentra en medio del puente que une Brooklyn y Queens, y por tanto es la media maratón la que nos da paso a Queens, el tercer barrio de los cinco por los que se pasa tras Staten Island (en la salida) y Brooklyn.
Queens
Queens se pasa rápido, pues son apenas 4 km los que se hacen por él. Hay menos público que Brooklyn, pero el que hay no desmerece ni disminuye la sensación de ser el gran protanista de un gran evento, pues los ánimos no cesan en ningún momento. De todas formas el cansancio empieza a ser algo más evidente, pues los 21 km que lo preceden dejan huella en las piernas. De hecho, y a pesar de pasar por el km 25 en 1:59:43 (23:36 del 20 al 25) mis zancadas ya no tenían tanta alegría como al principio. Además la amenaza del Puente de Queensboro que une Queens y Manhattan mete miedo en el cuerpo cuando sabes que se acerca el que es el momento más duro de toda la carrera para casi todos los corredores. Está justo en el km 25, y son unos dos kilómetros en los que la soledad, la dureza de la carrera y la sensación de claustrofobia hacen que parezcan muchos más... Pero eso va a tener que esperar, pues bien merece empezar el último capítulo con esa maldita parte del recorrido.
... Continuará ...
Muchísimas gracias Carlos, sinceramente.
ResponderEliminarSigo leyendo atentamente tu retrospecto y me resulta interesantísimo. Esperaré impaciente a la última entrega...
Una pregunta: ¿pasaste frío durante la carrera? ¿crees que ir con camiseta de tirantes es muy arriesgado para ese día?
Gracias por tus consejos.
Lorenzo.
nycmarathonyalgomas.blogspot.com