2 de diciembre de 2010

Maratón de San Sebastián. Mi crónica.

Domingo 28 de Noviembre de 2010. Nueve menos cuarto de la mañana. Parking de la Plaza de toros de Donostia. Tres grados de temperatura. Lluvia fina. Sigo trotando un par de minutos y me voy a la furgoneta. Allí están aún todos mis compañeros de expedición con los preparativos previos. Me quito el chándal, me pongo vaselina y algún último fleco antes de darle la mano a David con un “bueno máquina, que vaya todo bien”. Un gesto de complicidad y entendimiento mutuo; quizá él mejor que nadie sepa lo que pasa por mi cabeza y mi corazón en ese momento. Quizá yo también sepa lo que pasa por el suyo.

Allí se queda David mientras los demás nos vamos hacia la salida. Para de llover. Con un suave trote se hacen las nueve menos cinco, momento en el que Ángel y yo nos vamos haciendo hueco hasta meternos en el cajón de sub-tres horas. Esos cinco minutos pasan muy despacio, y además del emotivo abrazo que le doy a mi amigo Ángel antes de empezar, me dedico esos minutos a pensar en qué hago aquí, qué me ha motivado a venir y qué es lo que hoy me he propuesto...

“Carlitos, hoy tienes que hacer la carrera de tu vida. Hoy tienes que hacer 2h50. Dar un golpe en la mesa. Has dejado atrás unos meses malos, los peores en mucho tiempo. Has paliado ese malestar con la ilusión de volver a correr un maratón. Has sido metódico y concienzudo en el entreno. Hoy tienes que demostrarte a ti mismo que puedes hacerlo. Hoy sé que es el día y nada va a poder contigo esta mañana.”

Nueve de la mañana. Avenida de Madrid. Se inicia la cuenta atrás y se da la salida.

Salida atascada, pasan 13 segundos desde que se da el pistoletazo hasta que cruzo la alfombra. Los primeros metros busco los laterales para correr más suelto y adelantar a aquellos que han salido más lento que yo. Busco a Ángel con la mirada de vez en cuando. Siempre va detrás, unos metros, guardando mis espaldas. “Carlitos, contigo hasta el 15”. Eso es lo que me ha dicho. Algún giro un poco peligroso pero a esos ritmos no hay mucho mogollón y evitar las caídas y tropezones es más o menos fácil. Además poco a poco se va estirando la carrera. Hacemos el primer kilómetro mientras seguimos buscando el sitio. Miro el reloj. Hemos pasado sobre 4’15”. Los siguientes kilómetros vamos cogiendo ritmo. Hace muchísimo frío y ya llevo las manos heladas. Sé que va a ser así toda la carrera, así que decido no volver a pensar en ello. Kilómetro dos, kilómetro tres, kilómetro cuatro... empiezan a caer todos a 4 pelao. En el cartel del quinto, antes de entrar en Anoeta por primera vez, pico el crono: 20’19”. Estamos dentro del horario previsto.

Llevamos desde el cuarto kilómetro unos metros por detrás de un grupo del que tiran 3 atletas catalanes. Me propongo ir a por ellos y llegando al seis les damos alcance. Pienso que tal vez su ritmo es adecuado para mis intenciones de ir a 4 y que tal vez pueda descansar un poco a cola, pero pronto nos ponemos Ángel y yo en cabeza a marcar el ritmo. Cae el seis, el siete, el ocho... y ya el ritmo es un martilleo constante. Miro hacia atrás y veo que comando un grupo de 8 ó 10 corredores. Dejamos el Kursal a la izquierda para hacer su larga avenida de ida y vuelta. Nos cruzamos por primera vez con David que va en el grupo de las 2h30. Se le ve bastante bien. Pasamos el kilómetro nueve que es el tercero seguido que hago en 4 minutos justos. Seguimos hasta el final de la avenida donde hacemos el cambio de sentido. Pasamos por el cartel del kilómetro diez. 40’23”.

Del once al doce callejeamos hasta salir a la playa de la Concha. Llevamos un grupo delante con 8 ó 10 unidades con el que mantenemos la distancia. Mi mente quiere enlazar, pues soy consciente que pronto el aire va a empezar a dar de cara, y siempre será mejor ir resguardado. Se pone a llover, pero los kilómetros siguen cayendo sin darme cuenta. Once, doce... ya estamos en el paseo, vemos el Cantábrico, aunque apenas presto atención. Hace un poco de aire que da de cara y busco por momentos el cobijo de otros corredores. Para de llover, no ha sido para tanto. Dejamos la Concha tras el túnel. Ángel y yo nos destacamos del grupo en el que vamos y apretamos el paso. Algún vistazo al reloj me muestra que ha caído algún kilómetro en menos de 4 minutos. La larga avenida que contiene el kilómetro trece y el catorce nos permite enlazar con el grupo que nos precede al que damos alcance poco después de pasar el cartel del catorce. Me quedo en la cola del grupo un kilómetro entero. Tengo la sensación de que vamos muy despacio, pero supongo que será eso, una sensación. Tras un giro a la derecha pasamos el kilómetro quince.

¡¡ Hostia, 4’15” !!. Nos hemos parado mucho. Ángel ha hecho una maniobra por la izquierda y junto con otros dos corredores tira para adelante. Yo salgo por el lado derecho e intento irme con ellos. Me sacan 2 ó 3 metros y me está costando llegar. Se pone a llover y cae alguna que otra ráfaga de viento en contra. Se me queda el cuerpo helado, pero igual que antes con las manos, decido no pensar en ello. Poco a poco Ángel y sus dos compañeros de viaje se me van alejando y decido acomodar mi ritmo sabiendo que en breve daremos la vuelta en una rotonda y el recorrido será favorable durante unos cuántos kilómetros. Pasa el dieciséis, después el diecisiete y mantengo un ritmo alrededor de 4 poco el kilómetro. El grupo que un par de kilómetros antes he dejado atrás poco a poco va aumentando el ritmo. Al pasar por el diecisiete me dan alcance. Van más rápido que yo, pero ahora con el aire a favor decido que no necesito grupo, así que en lugar de intentar seguir tras ellos mantengo mi ritmo constante de 4 pelao. Me quedo. Alguna unidad se queda conmigo y durante un par de kilómetros o tres tengo compañía. Dieciocho, diecinueve, veinte... 1h20’51”, 40’28” desde el diez. Vamos bien, sin margen, pero bien.

Parece que por fin, tras veinte kilómetros, voy encontrándome a gusto con mi posición en carrera. He ido demasiado pendiente de los grupos los primeros quince kilómetros y eso me ha hecho no correr cómodo. Ahora es distinto. Me encuentro bien y a pesar de esos quince kilómetros voy dentro del horario previsto. Mientras pienso en todo eso paso por la media maratón en 1h25’20”. Mi idea era pasar sobre 1h25’ o un pelín más rápido, así que aún sin cumplir el mejor pronóstico, seguimos ahí. Caen el veintidós y el veintitrés, que son la antesala del segundo paso por el Estadio de Anoeta y fin de la primera vuelta grande. Al salir público que aplaude, y kilómetro veinticuatro al canto. El final de esa vuelta he regulado bastante, de hecho he ido un poco más despacio que el resto de la vuelta, pero salir de Anoeta y sentir el calor del público me anima. Además ya “sólo” queda una vuelta, y eso psicológicamente me hace un poco más fuerte. Es el momento que mejor me encuentro en toda la carrera y sin darme cuenta cada vez voy más deprisa. Paso por el veinticinco en 1h41’05”, 20’14” desde el veinte. Sigo encontrándome bien y las piernas corren solas. Empiezo a dar caza a corredores que se van quedando del grupo aquel que me pasó el en diecisiete. Me encuentro bien y además sé que del treinta al treintaycinco voy a perder tiempo porque el aire da de cara y pica un pelín para arriba, así que decido aprovechar este momento de inspiración y este callejeo a refugio del viento para seguir dando rienda suelta a mis ganas de correr. Paso el veintiséis, el veintisiete, el veintiocho, el veintinueve... Son kilómetros en los que me encuentro bien, adelanto posiciones, y además tengo la sensación de que no voy a tope, que aún me queda margen. Y llega el treinta, salida abierta a la playa de la Concha y de nuevo el Sr. Eolo tocando los cojones. Pico el crono otra vez. 2h00’59”. El lap muestra 19’54” desde el veinticinco.

En ese punto kilométrico dan Power-Gel de esos de glucosa y sales minerales. Decido coger uno. Lo había hablado con David los días previos. La idea es cogerlo y guardarlo en el bolsillo del guante, y si pego un petardazo muy grande, pues de perdidos al río, me lo tomo y listo. Pero claro, con las manos completamente heladas, con treinta kilómetros en las piernas, y corriendo a 4 pelao, cualquiera mete el Power-Gel de los huevos en el bolsillito del guante pensado para la llave del coche. Lo intento doblar, y nada. Lo intento meter primero por la parte que se abre, y nada. Lo intento al revés, tampoco... Decido ponérmelo en la cintura y sujetarlo con la goma del pantalón, pero a los 100 metros me doy cuenta de que está a punto de colarse. Decido llevarlo en la mano, pero están muy frías y me molesta. Lo cambio de mano. Tampoco. Y cuando estoy hasta los cojones de marear la perdiz con el gel, decido que no voy a pegar el petardazo y lo tiro a la mierda. Al momento paso por el treintaycuatro, se han pasado casi cuatro kilómetros… Con el tema del gel resuelto, se pone otra vez a llover y esta vez lo hace con más violencia. Sigue haciendo muchísimo frío y esta vez la lluvia empapa, así que la sensación es bastante mala. Además quedan unos cuantos metros aún en los que el aire da de cara a ráfagas, lo que hace que se te pegue la ropa mojada... He decidido no pensar en ello, pero joder, molesta mucho. Lo bueno es que pronto giro para volver a tener el aire a favor y además pronto para de nuevo de llover. Paso el treitaycinco y aunque lo intento, no atino a darle al crono, así que no sé el parcial. Empiezo a estar muy cansado.

A pesar de ir ligeramente cuesta abajo y con aire a favor, mis piernas ya no van frescas y mi ritmo empieza a atascarse. Me cuesta calcularlo cuando miro el crono, pero intuyo que ya voy algo más lento de 4. Paso el treintayseis y vuelvo a esa larga avenida. La sensación de saber que a partir de ahora me voy acercando a la meta me refuerza mentalmente, pero la sensación de que me voy a quedar dentro de poco sin fuerzas me come la moral paso a paso. Me ayuda ver que en los últimos doce o trece kilómetros he adelantado a mucha gente y a mí sólo me han adelantado dos. Pero no tengo claro que vaya a aguantar así mucho tiempo. Cae el treintaysiete y sigo escaso de fuerzas. Al poco llega la rotonda que precede al último paso por el túnel. Ahí está la única subida complicada de verdad de todo el maratón. Recordando las palabras de mi amigo Vicente, la subo con mucha precaución, pues prefiero perder 5 segundos en esos 100 metros de cuesta que pagar el esfuerzo en los últimos cuatro kilómetros y medio. Llego al túnel y voy de nuevo metiendo ritmo. Salgo del túnel y en ese tramo que es algo más favorable intento dar de nuevo una buena cadencia a las piernas. Paso el treintayocho. Lo intento, sí, pero voy muy justo. Más bien diría que voy vacío. Mi zancada se acorta, mi respiración no es fluida y los golpes en el asfalto machacan toda mi musculatura violenta y dolorosamente. No consigo adivinar cuánto margen llevo para hacer 2h50, pero sé que cada vez es menos, que cada kilómetro se come un trocito de ese reto que me he marcado. Y entonces pienso, recuerdo, enfoco mi pensamiento en una motivación: He venido aquí a hacer 2h50 y yo me vuelvo a Murcia con 2h50. Intento alargar la zancada, respirar fluidamente, aguantar el dolor y sacar esa capacidad de sufrimiento que entreno cada vez que hago series. Noto que el público anima, pero es apenas perceptible dentro de mi cabeza. No pienso, corro. Limpio mi mente de toda sensación de agonía, intento paliar el calvario, y cuando me vuelvo débil, recuerdo por qué estoy hoy aquí, recuerdo que me lo he propuesto a mí mismo, me recuerdo, para que no se me olvide, que me lo debo, que tengo que hacer la carrera de mi vida. Me obligo a recordar que entrenar este maratón ha sido la vía de escape, lo que me ha mantenido en pie y me ha ayudado a superar unos meses que han sido complicados. Me recuerdo a mí mismo que todo ese esfuerzo sólo puede terminar de una manera: culminando el objetivo. Paso el cuarenta y a pesar del frío, esta vez si marco el lap. 2h41’48”, 40’49” desde el treinta.

Tengo poco más de nueve minutos para dos kilómetros doscientos metros. Aprieto los dientes como nunca y tiro de cabeza. Me planteo ese primer kilómetro como una de esas series de mil que hago en la pista. El público se vuelca y nos da ánimo. Sigo mirando al suelo, no puedo casi ni levantar la cabeza, pero consigo ver que estoy a punto de girar para empezar la vuelta por el exterior de Anoeta. Y también sé que nada más girar está el cuarentayuno. Giro y el adoquín me hace daño. Paso el cartel, miro el reloj y veo que desde que marqué el lap en el cuarenta han pasado 4’10”. La gente anima fuerte, te llevan, pero me cuesta mantener el ritmo, ya voy vacío. Sigo en mi esfuerzo y oigo una voz familiar “vengaaaaa!!!!” miro a la derecha y veo a David envuelto en su manta térmica aupado en las escaleras que llevan al coche. Las escaleras son su mirador improvisado. “Vamos Carlitooooos!!!!! Grandeeeeee!!!!”. Sus palabras me emocionan y me dan el último empujón, el definitivo. Al fin y al cabo esto va también por él. Termino el largísimo giro por fuera de Anoeta y por fin entro al estadio. La sensación de pisar el tartán mojado se me hace extraña, pero intento mantener el ritmo. Paso por el cuarentaydos, me falta el pico, los cientonoventaycinco metros, y al mirar el crono veo que llevo 8’20” desde el cuarenta. También veo que tengo 51” para hacer los casi 200 metros si quiero bajar de 2h51’. Hago un amago mental de entregarme, ya da igual, me quiero dejar llevar, pero consigo dejar la mente en blanco para exprimir las últimas fuerzas que me quedan. Doy el último cambio que tengo en las piernas para intentar bajar de 2h51’. Apuro el esfuerzo a muerte y entro en la recta. Sigo, sigo, sigo, sigo y a falta de unos 30 metros miro el reloj. Lo veo claro, va a ser menos de 2h51. Cierro los puños en señal de victoria, agito el brazo derecho tres veces, cada una de ellas acompañado de un sonoro “tomaaaa!!", y paso por debajo del arco de meta.

Voy parando poco a poco hasta ponerme a andar. Resoplo, busco a Ángel pero no lo veo. Me voy hacia una valla de aproximadamente un metro de altura. Exhausto físicamente, me inclino y agacho la cabeza apoyándola sobre las muñecas, que se entrelazaban entre ellas sobre dicha valla. Exhausto mentalmente, muevo los brazos dejando estos apoyados en la valla y tapándome la cara con las manos. Exhausto mentalmente me digo a mí mismo: "todo se ha terminado, lo has conseguido". Exhausto mentalmente y cada vez más emocionado, empiezo a llorar y a soltar toda la tensión contenida durante tantos y tantos meses. Preparar este maratón era la vía de escape, el renacimiento, el giro, la inflexión... el reto: yo contra todo. Y gané, otras veces no, pero hoy gané.

24 comentarios:

  1. Lo primero que me ha venido a la cabeza al acabar de leer la crónica ha sido: joder, Cabrón , me has emocionado!
    Ha merecido la pena la espera. Grande la crónica, pero mucha más grande tú. ENHORABUENA, CarLitros!!!

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  2. Uffff, a ver si respiro, me dejas sin aliento....
    ¡Toma, toma y toma!
    ¡Grande!
    ¡Campeón!
    ¡Felicidadeeeeeeeeeees!

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  3. Yo te vi correr el domingo, corria mi primera maraton y habia leido tu blog por recomendación de Sonia de León, creo que fue en el Km 34 cuando te vi pasar por el otro lado de la carretera, sinceramente impresionante tu ritmo, me alegro de que te fuera bien, un saludo y enhorabuena

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  4. Ottias, si, ha merecido la espera para ver la crónica, tio que carrerón y que agonía final, parecía que me llovía a mi encima y me pegaba el aire frío en la cara. Excelentísima crónica y carrera tio, ya has hecho una carrera y un tiempo de "hombres de verdad", nada de nenazas. Me alegro mucho por ti y por el mister, como has dicho, este es un punto de inflexión importante, un antes y un después del 28 de noviembre. Un fuerte abrazo.

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  5. Menuda crónica, lo que más me ha llamado la atención ha sido la forma de describir el asunto del dichoso gel. En cuanto a la carrera, enhorabuena por la gran marca y meta. La próxima a por el Sub 2'50. Un saludo.

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  6. Qué decirte Carlitos, qué decirte... Eres muy grande, muchísimo... El corredor más inteligente y fuerte mentalmente que conozco, y sinceramente no sabes cuánto me alegra tenerte a mi lado en mi asalto a la leyenda.
    Quisiste que fuera la carrera de tu vida y lo fue, vaya que si lo fue.

    Un besazo caballero del correr elegante!

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  7. No me ves pero estoy de pie haciéndote la ola.
    Cojonudo campeón.
    Y lo has contado como se tiene que contar estas cosas.

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  8. Que pasada de carrera y de crónica. Me ha emocionado mucho leerte.

    Ojala pueda escribir algo así, a mi ritmo, el día 12

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  9. Maravilloso, has alcanzado tu objetivo y con la suficiente cabeza para plasmarlo kilómetro a kilómetro de esa forma tan emocionante.

    En algunos momentos me daban ganas de ponerme delante para poder quitarte algo de aire.

    Un auténtico campeón.

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  10. Enhorabuena Carlos, has hecho un carrerón y te lo has currado muchísimo, como ya te he dicho alguna vez eres un ejemplo de superación a seguir, un abrazo y ahora disfruta.

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  11. No hacen falta más palabras, Carlos..!! Sin duda has hecho la carrera de tu vida... Puedes sentirte orgulloso..!!

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  12. Carlitos me e emocionado leyendo la cronica, hemos corrido el maratón km a km con tigo, ahora a preparar el nuevo reto, bajar de 2 Horas 50 minutos.

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  13. Que gran crónica, me has hecho revivir SS '09 y ¡joder! me has dado ganas de volver cuanto antes. Si es que me he emocionado ya cuando he leído lo de la salida...

    Que digo yo que vaya carrerón y que empezar a sentirse cansado en el 30 tampoco es tan raro ¿no? ;). Enhorabuena.

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  14. muchachito de valladolid12/03/2010 9:39 p. m.

    enhorabuena crack, has bajado 7 minutos de san sebastian 09 y has hecho lo que querías , 2.50 Un honor compartir ese kilometrillo contigo y un placer conocerte después, el próximo año me zurras je,je,..

    p.d. ¿ eso de cómo mide el garmin lo podrías ampliar en un post?

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  15. Que fue de mi amigo y compañero de media de Almeria? cuando era un corredor popular...
    jajaja Enhorabuena campeon! a ver si se me pega algo!

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  16. Muchas veces te he dicho ya que no se donde esta tu limite y que parece como si no lo tuvieras y con esta carrera que te has marcado lo demuestras.Felicidades por ese nuevo record,por esa gran carrera y por esa gran cronica a la altura de la carrera realizada.Has llevado una magnifica dosificacion demostrando lo bien que te conoces fruto de tu buena experiencia.Descansa mucho y bien,disfruta tu gran logro que ya es mucho mas que bajar de 3 horas y te acercas claramente al atletismo popular de elite y a ver que nos depara Londres 2011, quiza un sub 2h:45,no lo descarto...
    Un abrazo.

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  17. Por cierto,la carrera de tu vida aun no la has hecho como alguno insinua...la carrera de tu vida esta por llegar...

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  18. Estaba esperando desde el domingo y ha valido la pena, porque...Vaya crónica!
    Al nivel de la de NY. Te digo de verdad que con estas 2 crónicas se me han saltado las lágrimas...

    El domingo que viene me toca a mi la maratón. Con un objetivo más asequible y más margen, pero seguro que haberte leído me dará fuerzas durante la carrera.

    Eres un grande!

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  19. enhorabuena!!!vaya carrera y vaya marcón!!!

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  20. joer la cosa se ve que cunde, hacía fresquico en Donosti parece . . . Impresionante marca, parece que no cuesta nada hacerla joer!

    salud


    diego

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  21. Que grande eres Carlos!!!! no sabes lo que me alegro por ti..pedazo de marcaza amigo.

    Hiciste una carrera muy inteligente y te salió redondo, disfruta de exito!!!

    Un saludo
    Quique

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  22. Hola Carlos: Menudo tiempazo, ha valido la pena tanto sufrimiento en los entrenes.
    Excelente crónica y enhorabuena por partida doble, por tí y el mister.

    Un abrazo, campeón.

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  23. Eres un gigante. ¡que espiritu de lucha y superación! Me ha emocionado mucho ese final titánico. Disfruta lo que has conseguido y un gran abrazo

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  24. Todos con Marta. España llora con ella. Y Vd.?

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