Ella dijo sí

No acostumbro a hablar aquí de cosas que no sean carreras, entrenos o aspectos relacionados. Hoy voy a hacer una excepción, y es que ella dijo sí.

Tengo una hermana pequeña. Se llama Henar. Cumple dentro de dos semanas 30 años. Yo cumplí 31 hace cuatro meses. Somos diferentes, vemos la vida de distintas formas, tenemos valores distintos para casi todas las cosas importantes de la vida. Pero somos hermanos, y las dificultades familiares y personales vividas en el pasado y a veces en el presente por motivos ajenos a nosotros nos han hecho, además de hermanos, cómplices.

Mi hermana una vez me dijo que si algún día se casaba quería que yo fuese su padrino de boda. Son cosas que se dicen y que nunca sabes si llegado el momento esa frase, ese deseo, aún seguirá en pie. Hace más o menos un año su novio Alfredo le pidió que se casara con ella. Lo tenían claro los dos, era cuestión de tiempo.

Y pasados unos meses, llegó el 20 de Junio el viernes pasado. Yo trabajé por la mañana en Murcia, y cuando salí a las dos y pico recogí a mi prima Marta y me fui para Albacete. La boda fue en el Parador, así que al llegar a Albacete dejé mi maleta, dejé a mi prima y me fui a casa de mi tía Pitu donde a las siete y algo mi hermana empezaría a disfrazarse de novia. Eran las cinco y media así que decidí dormir un rato y recuperar parte del sueño perdido durante mis múltiples viajes semanales Murcia - Albacete y Albacete - Murcia.

Me levanté, me vestí, posé para unas cuantas fotos, saludé a varias amigas suyas y ya decidimos - habiendo sido informados de que Alfredo ya estaba esperando en el Parador - montarnos en el coche nupcial. Mi hermana estaba nerviosa, mucho, y en un gesto tan natural como tranquilizador le cogí la mano y no se la solté hasta llegar al Parador veinte minutos después. No hubo ni una palabra porque sobraban todas.

Una vez allí salí del coche, se me pasaron todos los nervios y toda la tensión, y tras saludar a Miguel Ángel que hacía de fotógrafo improvisado abrí la puerta para que mi flamante hermana saliera. Tomó aire, subió las escaleras del Parador y supo que al cruzar la puerta las personas más importantes que hay en su vida estarían esperándola para verla pasar y sentirse felices por ella. Eso la puso nerviosa y tuvo que parar a tomar un poco de aire. Después entramos. Fue uno de los momentos más emocionantes de mi vida. Pasamos por delante de todos los que estaban allí, sus familiares, sus amigos... su vida resumida en 50 metros. Y al final estaba el más importante de todos, Alfredo, el hombre, amigo, novio y ahora esposo que la completa como persona. Ya no me imagino a mi hermana sin él, la ha convertido en perfecta. Mi hermana quiso que yo estuviera a su lado en ese recorrido, fue muy emocionante y enriquecedor. Pensé que ese paseo se me haría un poco largo pero podría haber estado andando a su lado todo un día entero. Esta foto es parte de ese mágico momento:



La ceremonia fue civil, los casó Elena, una amiga de mi hermana que es juez. Durante la ceremonia hablaron una de las mejores amigas de mi hermana, uno de los mejores amigos de Alfredo y una de las mejores amigas de los dos. Esta última casi me hace llorar cuando habló de los "amigos elegidos", y es que ella misma estuvo a punto de no aguantar la emoción al decir esa frase. Cuando terminaron se pusieron en pie los novios, se acercaron a la mesa, se dieron los anillos y antes de sellar su amor con otro beso más, tras hacer Alfredo lo mismo, ella dijo sí.

Tras la cena, Kisko y yo (Kisko es el único hermano de Alfredo, primogénito también) nos subimos al escenario preparado para los grupos que tocarían durante el fiestón de después. Pusimos dos taburetes en el escenario, cogí mi guitarra acústica y empecé a tocarla suavemente. Kisko pidió a los novios que se acercaran al escenario. Las luces del patio se apagaron (todo fue al aire libre en un precioso patio dentro del Parador) y casi todos los invitados siguieron a los novios para ver qué pasaba. Mientras Kisko hablaba yo seguía tocando suavemente la guitarra hasta que tras golpear dos veces en ella empecé a tocar "More than words". Kisko la cantó y yo le hice coros además de tocarla con la guitarra. Fue nuestro regalo a nuestros hermanicos pequeños. Mi hermana que no lloró en toda la ceremonia aguantó apenas media canción antes de empezar a emocionarse y soltar las primeras lagrimillas. Nada más acabar con "More than words" Alfredo se subió al escenario y nos dio un abrazo a cada uno. Sin que se bajara empecé a tocar "Que yo no lo sabía", una canción de los Elefantes que resume el amor que Alfredo siente por Henar y que años atrás él cantó y grabó en un CD para regalársela de cumpleaños. Cuando Alfredo empezó a cantársela con su hermano haciendo coros y yo tocándola fue cuando mi hermana rompió a llorar de verdad emocionada... bueno, mi hermana y casi todas sus amigas. Para mí fue otro momento emocionante no sólo por lo que Kisko y yo preparamos si no por el hecho de que Alfredo me hiciera partícipe de su regalo a Henar.

Después, nos pegamos un fiestón de la hostia. En lugar de contratar una orquesta nos fuimos turnando diferentes formaciones y grupos para poner la música en directo, y es que la mayoría de los que estábamos allí son o hemos sido músicos en algún momento de nuestras vidas. La música la tuvimos que parar a las seis y media a petición de los propios camareros del Parador, pero aún hubo un grupo grande de gente que aguantó hasta las ocho de la mañana bebiendo y apurando la mañana, pues poco más tarde de las seis ya era totalmente de día.

Fue uno de los mejores días de mi vida, y pude disfrutarlo muchísimo. Fue una gran fiesta de amistad, amor y compromiso. Fue un universo de felicidad, buen rollo y complicidad. Y yo desde mi posición sólo puedo alegrarme por los dos, que son perfectos el uno con el otro, y darles las gracias por dejarme ser parte de ese día tan importante en sus vidas. Alfredo y Henar, os quiero mucho.