A veces es sólo una cuestión de confianza. Otras veces de sensaciones. Otras tan sólo es cuestión de estados de forma. O tal vez otras es cuestión de motivación. En otras ocasiones ni siquiera es eso.
Terminas de hacer el lazo del cordón de las zapatillas. Lo deshaces varias veces porque no te convence. Calientas. Buscas. Estiras. Hablas. Meas. Vuelves a mear. Te diriges a la zona de salida. Te atas por última vez los cordones. te conjuras. ¡Pum!
Y empieza lo bueno, ese disfrutar sufriendo, esa búsqueda del objetivo planeado, ese coqueteo con el triunfo soñado en la lucha contra tus límites. Hoy te sientes bien. Todo va fluido y las piernas van solas. No puedes volar como los pájaros pero sabes que lo que sienten no puede ser muy diferente a este momento que estás viviendo. La gente aplaude y dejas que sus aplausos te envuelvan en ese cálido manto de protagonismo anónimo. Una reflexión rápida sobre lo que estás viviendo hoy te pone la piel de gallina y te emociona. Te empuja, te lleva, te ha convertido de hecho en la mejor versión de ti mismo. Estás cerca del final. Vas exhausto pero hoy tienes un aliento extra que te hace ir igual de rápido o incluso más que antes. Miras tu reloj y lo ves claro: Hoy destrozo el crono. Das todo en un final que hoy va a ser el soñado. Exprimes cada gota de esfuerzo porque sabes que se va a convertir en el sabor del triunfo. Apuras hasta el final y llegas a meta. Miras el crono. No te lo crees, pero sí. Hoy has hecho la carrera perfecta.
Terminas de hacer el lazo del cordón de las zapatillas. Lo deshaces varias veces porque no te convence. Calientas. Buscas. Estiras. Hablas. Meas. Vuelves a mear. Te diriges a la zona de salida. Te atas por última vez los cordones. te conjuras. ¡Pum!
Y empieza lo bueno, ese disfrutar sufriendo, esa búsqueda del objetivo planeado, ese coqueteo con el triunfo soñado en la lucha contra tus límites. Hoy te sientes bien. Todo va fluido y las piernas van solas. No puedes volar como los pájaros pero sabes que lo que sienten no puede ser muy diferente a este momento que estás viviendo. La gente aplaude y dejas que sus aplausos te envuelvan en ese cálido manto de protagonismo anónimo. Una reflexión rápida sobre lo que estás viviendo hoy te pone la piel de gallina y te emociona. Te empuja, te lleva, te ha convertido de hecho en la mejor versión de ti mismo. Estás cerca del final. Vas exhausto pero hoy tienes un aliento extra que te hace ir igual de rápido o incluso más que antes. Miras tu reloj y lo ves claro: Hoy destrozo el crono. Das todo en un final que hoy va a ser el soñado. Exprimes cada gota de esfuerzo porque sabes que se va a convertir en el sabor del triunfo. Apuras hasta el final y llegas a meta. Miras el crono. No te lo crees, pero sí. Hoy has hecho la carrera perfecta.
A ver si ocurre algo así cualquier día de estos, ja ja ja...
ResponderEliminarUn abrazo, poeta.
Bonita redacción Carlos.
ResponderEliminarSaludos máquina.
Si, de vez en cuando sale un día bueno y suele llevar consigo la carrera perfecta en la que haces más incluso de tus ejores pensamientos antes de la carrera, en esas cuando llegas si que te dices a ti minsmo... " Hoy si que he cumplido". Un abrazo mákina, buenas series el miércoles jejejeej.
ResponderEliminarBuena entrada, sabes plasmar escribiendo las sensaciones que a veces algunos tenemos, en mi caso más bien hemos tenido.
ResponderEliminarQué lujo.
ResponderEliminarLo has explicado a la perfeccion. Enhorabuena
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